CLASIFICACIÓN 2023 | ÁFRICA: El nuevo laboratorio de la desinformación y la propaganda

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2010

La desinformación no deja de cobrar amplitud en el África subsahariana. En países asolados por conflictos y amenazas a la seguridad, los Estados utilizan la información como arma al servicio de la propaganda. En Malí (113º) y Burkina Faso (58º), las autoridades militares, en un alarde de su afinidad con los mercenarios de la empresa militar privada rusa Wagner, han suspendido indefinidamente la difusión de dos medios internacionales y expulsado a varios periodistas extranjeros. En República Centroafricana (98º), los contenidos de los medios de propaganda rusos RT y Sputnik se reproducen ampliamente. La defensa y promoción del relato prorruso contribuye a una explosión de la desinformación y al desarrollo de un ecosistema de propaganda en todo el continente. Incluso redes de medios ficticios colaboran en la denigración y descrédito de los periodistas que no sucumben a los mandatos patrióticos impuestos por las nuevas juntas militares en el poder.

Un fenómeno similar se observa también en Etiopía (130º). La guerra de Tigray ha desencadenado una oleada de detenciones de periodistas y de intensa propaganda por parte de las autoridades federales, como el Frente de Liberación de Tigray (TPLF). En la República Democrática del Congo (RDC) (124º), en la región de Kivu del Norte, los periodistas también se ven atrapados entre la espada de los rebeldes del M23 y la pared de las fuerzas leales al gobierno.

Un continente siempre de alto riesgo para los periodistas

Este impulso a la propaganda y la desinformación se produce en una de las zonas tradicionalmente más peligrosas para el periodismo. El reportero francés Olivier Dubois fue liberado tras 711 días de secuestro en Malí, y un total de cinco periodistas fueron asesinados en el ejercicio de su labor, entre finales de septiembre de 2022 y enero de 2023, en Camerún (138º), Kenia (116º), Somalia (141º) y Ruanda (131º). Incluso cuando se abren investigaciones, no siempre conducen a los autores intelectuales, como ilustran los casos del periodista camerunés Martinez Zogo y del ruandés John Williams Ntwali.

En este entorno de impunidad, han aumentado las detenciones arbitrarias por motivos espurios, dirigidas especialmente contra periodistas de investigación. El país que antaño era un modelo para la región, Senegal (104º), desciende 31 puestos en la Clasificación, principalmente por el procesamiento de los periodistas Pape Alé Niang y Pape Ndiaye, así como por el grave deterioro de la seguridad de los profesionales de los medios. En Burundi (114º), el veredicto especialmente severo que condena a diez años de cárcel a la periodista Floriane Irangabiye mantiene al país en el último puesto regional de la Clasificación.

Aunque la situación se ha vuelto «difícil» en casi el 40% de los países (frente al 33% en 2022), se observan algunas mejoras en Níger (61º), donde la ley sobre ciberdelincuencia, utilizada para condenar a periodistas, se modificó en junio de 2022. En Uganda (133º), el Tribunal Constitucional anuló también una disposición de una ley sobre el “uso abusivo de los ordenadores” que penalizaba la publicación de «información falsa».